Thursday, August 28, 2008

Bienvenidos a Buenos Aires!

Si venís de viaje a Buenos Aires te encontrarás con esta clase de postal en casi cualquier esquina de la ciudad porque los tiempos han cambiado y nada es lo que parece, todo se tranforma y deforma. La idea de progreso ligada a un mejoramiento es una mera ilusión...

Wednesday, August 20, 2008

Punk



Lugar: furgón de la Línea General Roca de trenes.

pd: es increíble la diferencia abismal entre el tren que recorre el norte del conurbano y el del sur. Si digo blanco y negro, me quedo muy pero muy corto. Directamente son inconmensurables ambos ramales.

¿Cómo cuida una empresa multinacional el medio ambiente?

El otro día en pleno barrio de Recoleta, mientras esperaba ser atendido en el banco HSBC pude leer unos folletos sobre cómo ellos incentivaban a cuidar el Planeta Tierra y alentaban a que todos hagamos algo para reducir el impacto ambiental.

Eso sí, dentro del mismo banco había en funcionamiento un ascensor gigante que consume una cantidad de energía increíble solamente para trasladarse de la planta baja al primer piso...

Tuesday, August 12, 2008

¿Qué es un anacronismo? ¿Quién es Ricardo Forster?

Sé qué es un texto muy complejo para entenderlo en su totalidad pero es una obra de arte literaria, casi diría yo.

Conflicto con el "campo":

Uno de los saldos interesantes del conflicto que se instaló durante varios meses entre nosotros, y cuyas sombras seguirán acompañándonos por bastante tiempo, es la emergencia de un debate político que hacía décadas que no se vivía tan intensamente en el país. Un debate que movilizó distintos argumentos y que recogió tradiciones intelectuales que parecían en desuso o cuya presencia remitía a un pasado aparentemente clausurado. No resulta, en este sentido, casual que algunos periodistas que suelen dar cátedra desde ciertos matutinos, hayan esgrimido, como lo hizo recientemente un editorial de La Nación, que el discurso de Néstor Kirchner –en especial el que desplegó en su visita al colectivo Carta Abierta hace unas semanas– es fatalmente anacrónico y que responde a una época del mundo perimida; que su reloj político-económico y su ideología atrasan irreversiblemente. Esa argumentación, repetida una y otra vez, suele corresponderse con una trama argumentativa que remite a los discursos del fin de la historia y de la muerte de las ideologías profetizada a los cuatro vientos al final de los años ’80 por Francis Fukuyama; que, no contento con anunciar el cierre definitivo de las pasiones políticas y la clausura de la historia y de sus antagonismos principales, decretaba, juntamente con todos esos gestos de sepulturero excedido de trabajo, la coronación definitiva del mercado global y de sus formas liberales como punto de llegada y de cierre de la historia. Lo demás eran rémoras de un pasado convertido en recuerdo o transformado en museo temático.

Junto con la naturalización de la ideología neoliberal, devenida en santo y seña del fin de la historia, lo que también fue arrojado al vertedero de los trastos viejos fueron esas otras tradiciones políticas que insistían con salirse de la matriz articulada por la globalización mercantil, que pretendían todavía hablar del Estado, de la problemática de los invisibles de la historia, de la cuestión de la equidad y de la justicia, que aún recogían tradiciones keynesianas o que expresaban una perspectiva no complaciente con el Consenso de Washington y sus derivaciones.

Un hegemonismo globalizado pareció definir de una vez y para siempre la marcha de nuestras sociedades, sepultando voces e ideas, sujetos y pasiones que sordamente se resistían a abandonar la escena. Cuando pocos lo esperaban, algo extraño y anómalo sacudió a Latinoamérica, reinstalando, en varios de nuestros países, aquello mismo que había sido declarado perimido y anacrónico. Nuevamente, el fantasma del “populismo” atemorizó a los cultores del relato único, desde Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador y la Argentina, con sus especificidades y sus diferencias, un aire nuevo y antiguo a la vez fue limpiando el cielo neoliberal, abriendo otras perspectivas que, en muchos casos, regresaban sobre esas tradiciones intelectuales que, en otra época latinoamericana, habían abierto las experiencias bienestaristas. Escándalo y desasosiego en el campo de aquellos que creían que los vientos de la historia sólo soplaban a su favor; escándalo ante el retorno de lo espectral, de antigüedades ideológicas que reinstalaban la lógica del conflicto y la querella en torno al papel del Estado y a la cuestión acuciante de la redistribución de la riqueza. Escándalo frente a la emergencia de prácticas que nos “ponían fuera de los países serios y primermundistas”, que nos llevaban hacia el callejón del atraso porque simplemente se iniciaba un proceso de revisión crítica de lo desplegado durante los ’90 en un continente que aceptó casi sin oponerse las recetas neoliberales, cuyo saldo de cuentas concluyó en mayor desigualdad y mayor miseria.

El recurso del anacronismo viene funcionando desde hace bastante tiempo y opera como un gigantesco mecanismo de obturación que tiende a invisibilizar todo aquello que no se corresponde con la palabra dominante y con la retórica de quienes se presentan como portadores de la última novedad, esa que se relaciona con un tiempo del capitalismo salvaje que niega la posibilidad misma de revisar la hegemonía del mercado y de sus “indescriptibles maravillas”, cuya expresión más sofisticada fue la famosa teoría del derrame. Mientras tanto, no sólo dejó de acontecer esa promesa, sino que lo único que se derramó sobre los débiles de la sociedad fue la pobreza, la intemperie y la injusticia social. Lo “nuevo” de este discurso que se quiere novedoso es, simplemente, afirmarse en la declaración del fin de la historia, declaración que le permite, como al inefable Morales Solá, decretar la condición fatalmente anacrónica del discurso político de Kirchner allí donde éste no hace más que expresar, supuestamente, una visión retrógrada de la economía y del Estado. Fenomenal operación ideológica que suele borrar las consecuencias reales de las políticas neoliberales y que busca destituir cualquier posible alternativa, deslegitimando el derecho democrático a buscar otros caminos para el desa-rrollo nacional.

Así como se intenta eliminar la relación entre democracia y conflicto, ejercitando la retórica de un consensualismo vacío, esa que disimula los daños perpetrados por un sistema desigual e injusto, también se busca descalificar mundos de ideas, núcleos conceptuales, teorías y argumentaciones políticas en nombre de un tiempo desideologizado cuya principal característica es hacer funcionar a la sociedad como si fuera una gran empresa, con sus gerentes, sus tecnócratas y sus cuadros eficientes a la hora de multiplicar los ideales del mercado y del ciudadano-consumidor sobre todas las esferas de la vida. Ese es el sueño de los cultores del fin de la historia: que democracia liberal y mercado terminen por arrojar al museo cualquier perspectiva antagónica, cualquier práctica que recuerde que la marcha de la sociedad sigue expulsando de la dignidad a millones de seres humanos arrojados, ellos sí, a la intemperie.

Tal vez, entonces, uno de los saldos de un conflicto que no se ha cerrado sea el de reintroducir en el centro de la escena no sólo un debate contemporáneo que vuelve a insistir sobre aquello de lo que ya no se hablaba, sino que también permite echar nueva luz en torno de los vínculos entre el pasado y el presente; no en la perspectiva de recrear antiguas disputas o de quedarse atornillado al sillón de la nostalgia, ni tampoco con la intención de escamotear lo novedoso de nuestra actualidad en nombre de una eterna repetición. Se trata de otro registro, aquel que recupera la función disruptiva de lo anacrónico, de lo relegado al desván de las cosas viejas, como fuente de iluminación crítica, invirtiendo la lógica del neoliberalismo que se declara a sí mismo la última y única alternativa para esta época de clausuras y cierres. Como siempre, el deseo de la derecha, en este caso mediática, es arrojar al vertedero de la historia toda posibilidad de invertir los términos de la injusticia y la desigualdad de un sistema que se quiere eterno y absoluto. Bienvenidos, entonces, ciertos inexcusables e indispensables anacronismos.

Ricardo Forster es Doctor en Filosofía, profesor de las universidades de Buenos Aires y de Córdoba.

Nota extraída de P.12

Monday, August 04, 2008

Algunos efectos de la Globalización.

Crueldad en estado puro:



"...El mundo ha cambiado. Los marcos de referencia ideológicos, las herramientas políticas y sociológicas que ayudaban a interpretar y explicar la evolución en la historia contemporánea, se han vuelto obsoletos en un escenario donde las reglas de juego son cada vez más ajenas a los actores tradicionales. Ningún rincón del mundo queda inmune ante los efectos de la globalización liberal, un paradigma engañoso que proyecta una falsa imagen de progreso y de modernidad sobre presupuestos insostenibles. Éstos, en realidad, representan una amenaza, no sólo por lo que comportan de abuso y depredación de los recursos naturales, sino por los quebrantos sociales que socavan el bienestar y la convivencia de los ciudadanos del planeta.

Para ayudarnos a entender, aquí se dan cita Tahar Ben Jelloun, John Berger, Ernesto Cardenal, Ariel Dorfman, Boaventura de Sousa Santos, Eduardo Galeano, Susan George, Sami Naïr, Riccardo Petrella, Aminata Traoré, Jean Ziegler... Porque tomar conciencia del problema es el primer paso para participar en las acciones destinadas a orientar el cambio y restablecer el equilibrio entre las personas y la naturaleza, entre los pueblos y el planeta, entre la ciudadanía y sus legítimas aspiraciones a garantizar un futuro sostenible, sin comprometer el de las próximas generaciones.

Los movimientos demográficos dibujan una de las variables más evidentes del cambio apuntado. La sobreexplotación de los recursos agota y empobrece extensos territorios y desplaza constantes mareas humanas hacia áreas metropolitanas que derivan en conglomerados urbanos, a menudo con grandes bolsas de marginación donde no alcanzan los servicios del Estado. Deforestación, avance de la desertificación, privatizaciónes y gestión irresponsable de los recursos hídricos, pérdida de biodiversidad y cambio climático, son algunas de sus consecuencias.

Alentadas por una pésima distribución de la riqueza, la marginación y la pobreza no son un producto exclusivo del déficit educativo. También son fruto de enfermedades generadas por la nueva economía que hace más pobres a los pobres y más ricos a los poderosos. La globalización estimula el libre cambio comercial y exige el fin de las barreras aduaneras a los más desfavorecidos, pero mantiene férreos instrumentos proteccionistas para garantizar las rentas y beneficios de quienes predican el nuevo liberalismo. El desatino llega hasta el extremo de fomentar indirectamente las hambrunas para garantizar la producción de agrocombustibles en un planeta próximo a agotar sus fuentes de energía fósil. Y, junto a la locura en la búsqueda del beneficio, sea cual sea su coste sobre el medio ambiente y su entorno, surgen nuevas alertas sanitarias, cuando no viejos brotes de dolencias que parecían superadas, asociadas a la desigualdad social y a los efectos perversos del desarrollo. Los núcleos demográficos más débiles acusan con mayor intensidad y frecuencia los efectos del subdesarrollo y las llamadas catástrofes naturales. Es sólo cuestión de tiempo. La globalización alcanza a todos y, salvo que se altere el orden de prioridades, sus efectos más indeseables también se extenderán al mundo supuestamente más desarrollado. Y la fractura podría ser total..."

Texto completo aquí.

El presente artículo es la reproducción del texto de introducción del catálogo que acompaña a la exposición "Globalización y fracturas" que hasta el 14 de septiembre se puede visitar -entrada libre- en La Casa Encendida de Madrid, España.

Más información en la página web de La Casa Encendida.

Friday, August 01, 2008

Lo que hay que saber: te presento uno de los mejores secretos (supuestamente) femeninos.

Corría el año 2003.
Fui con una mujer a Club 74.
En medio de la noche se me acercó otra mujer a pedirme un cigarrillo y la mujer que estaba conmigo se puso molesta porque estaba convidándole un pucho a la desconocida. Y tenía razón (en cierta manera) porque cada vez que salíamos juntos me desvalijaban los tabacos en todas las fiestas, bares y boliches de la ciudad. Pero esta vez ocurrió algo diferente...
Esa extraña persona, al percatarse de mi buena calidad de humano, decidió hacerme un regalo mediante unas palabras. Ella, con sus copas demás, me dijo:

"Te voy a confesar algo, uno de los mejores secretos guardados por nosotras, las mujeres: NUNCA LE HAGAS CASO A UNA MUJER!. Nunca!".

Y luego desapareció...